2. Las poleis griegas.
Las
poleis, sus jurados populares y la
justicia.
Hoy en día
estamos cansados de escuchar que la justicia es igual para todos y que a veces
los jurados populares son los que deciden la culpabilidad o la inocencia de un
acusado. Pero como en tantas otras cosas, fueron los griegos lo que ya habían
inventado el jurado popular allá por el siglo V a.C. Cada año se elegía por
sorteo un total de 6.000 ciudadanos, entre todos aquellos que se habían inscrito
para formar parte de los tribunales de justicia. Así, cada día durante un año, se distribuían
mediante un sorteo, hecho con unas máquinas llamadas cleroterias, los ciudadanos que formaban parte de cada
jurado popular. Cada tribunal debía contar con no menos de 201 miembros que, en
algunos casos relevantes podían llegar hasta los 2001, siendo siempre un número
impar para evitar los empates. Además, el hecho de formar parte de un jurado estaba remunerado económicamente pero
era una cantidad tan pequeña que los únicos voluntarios que se inscribían en la
antigua Grecia para integrar las listas eran indigentes, enfermos que no podían
trabajar, ancianos sin recursos…
Pero la justicia en Grecia tampoco era tan
justicia ya que, las defensas de los procesados corrían a cargo de ellos mismos
y los tribunales no se basaban en las pruebas y en la verdad para condenar,
sino en el arte y la gracia que tuviese cada uno a la hora de pronunciar sus
discursos de defensa e influir en la opinión del jurado. Como no todos los
griegos tenían esa gracia que les permitiese librarse de una condena, cobraron
especial importancia los logógrafos, quienes por un módico precio te
escribían un discurso y te daban las pautas teatrales para convencer al jurado
de tu inocencia.
Solón
de Atenas y su ley del membrillo.
Solón
de Atenas pasó a la Historia por haber introducido numerosas reformas en el
gobierno de Atenas que facilitaron la instauración de la democracia. Suyas
fueron leyes tan importantes como el aumento del poder de decisión de la
Asamblea, la aceptación en cargos políticos de los miembros más bajos de las
clases sociales atenienses, además de prohibir que las personas con deudas
fueran vendidas como esclavos. Lo que poca gente conoce es que Solón, también
impulsó medidas tan curiosas como la obligación de que una joven novia, tras la
boda, tuviese que acostarse con su novio en la cama y comer juntos membrillo.
Resulta cuanto menos sorprendente la alusión a la ingesta de membrillo, pero en
la antigua Grecia el membrillo era un producto que, según ellos, favorecía la
sexualidad y la fertilidad de las parejas.
Los
Juegos Olímpicos y Kallipateira.
En la antigua Esparta,
las mujeres se entrenaban y competían entre sí en diferentes ejercicios
físicos. Sin embargo en Atenas, la vida de las mujeres libres se desarrollaba
dentro del “gineceo”, el ámbito del hogar destinado a las mujeres. Cuentan
algunos historiadores griegos que las mujeres que se acercaban a Olimpia
durante los Juegos Olímpicos, corrían el riesgo de ser castigadas con la pena
de muerte, sin embargo Kallipatiera estaba decidida a ver a su hijo competir
dentro del recinto deportivo de los juegos. Así
esta mujer se
disfrazó de hombre
y se hizo pasar
por el entrenador
de su hijo,
aunque fue descubierta y sometida
a juicio. En consideración a su familia, no fue ejecutada pero para evitar otra
situación semejante, los responsables
de Olimpia, según Pausanias (historiador griego del siglo II), “redactaron una
ley por la que, en el futuro, los entrenadores debían desnudarse antes de
acceder a las competiciones”. Parece un hecho increíble, pero debemos mencionar
que hasta 1900, fecha en la que se celebraron los segundos Juegos Olímpicos de
la era moderna en París, ninguna mujer pudo competir por la medalla de oro.
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