3. El arte griego.
Para
quedarse sin Partenón.
La Acrópolis,
literalmente “ciudad alta”, de Atenas es uno de los complejos arquitectónicos
más famosos del mundo. Sus edificios emblemáticos fueron ordenados edificar por
Pericles en el siglo V a.C y en este espacio, tenían lugar buena parte de los
ritos religiosos, sacrificios y fiestas que tenían lugar en Atenas.
El edifico
principal de la Acrópolis es sin duda el Partenón, un magnifico templo de forma
rectangular, policromado en su época, con columnas adosadas en sus paredes y en
cuyo interior se encontraba la diosa a la que estaba dedicado el templo: Atenea
Partenos. Sin embargo, lo que poca gente sabe es que el Partenón llegó en pie a
nuestros días casi por un milagro de la propia Atenea. El Partenón fue una
iglesia durante el periodo bizantino, en el siglo XVI cuando los turcos toman
Grecia, el Partenón fue utilizado como mezquita y en el 1687 en las luchas
entre venecianos y turcos, el Partenón fue polvorín de material de guerra hasta
que en un golpe de mortero, hizo que sufriera graves destrozos como el
derrumbamiento del techo.
El sacerdote de Apolo.
El
Laooconte es un grupo escultórico
helenístico de la Escuela de Rodas, realizado en el año 50 d.C. Es una de las
escenas más impactantes del arte griego, mostrando un sufrimiento y una
impotencia que no había sido captando nunca en la Historia del Arte. Pero, ¿quiénes
son ese padre y esos dos jóvenes que luchan contra unas serpientes?
Pues
bien, Laooconte era el sacerdote del dios Apolo en la ciudad de Troya, la que
del caballo, y tenía dos hijos. Según nos cuenta Virgilio en la Eneida, fue el propio Laocoonte el que
alertó a los troyanos de que el caballo de madera que les regalaban los
griegos, podría ser una trampa y, que dentro del caballo podía haber tropas
griegas. Pero los troyanos, como sucede en todas estas cosas, no le hicieron
caso. Así que el sacerdote en solitario, decide lanzar palos en llamas contra
el caballo de madera pero, en ese momento dos grandes serpientes emergen de las
aguas y devoran junto a sus hijos. Un castigo impuesto por los dioses griegos
que veían frutados, por culpa del sacerdote, sus planes de destruir Troya.
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