3. Atenas.
Cómo
convertirse en una potencia.
Atenas fue sin duda la gran potencia naval del
mundo antiguo. Los barcos de guerra atenienses eran los trirremes y fueron los responsables de la
hegemonía de la marina ateniense durante el siglo V a.C. tras la victoria en la
batalla de Salamina frente a los persas
del rey Jerjes. Los trirremes eran barcos de unos 35 metros de largo y unos 4
metros de ancho, con una o dos velas y 170 remeros situados en tres filas y a
distintas alturas. Los remeros eran en su mayoría hombres libres que recibían un
salario y un especial entrenamiento para seguir un ritmo constante y
acompasado, ya que por aquel entonces las batallas consistían en embestir y
hundir a los barcos enemigos.
¿Pero qué fue lo que realmente hizo triunfar a
Atenas y a sus trirremes? Pues el hyperesion. El hyperesion es una especie de
cojín hecho de piel de animal engrasada y que los remeros se ponían a modo de
culera. En lugar de estar sentados fijos, con este simple paño los remeros se
deslizaban a lo largo del asiento, encogiendo y estirando las piernas,
alargando el recorrido del remo y aumentando así la eficacia de cada palada. De
esta forma podían navegar más rápido que sus oponentes y, lo que es más
importante, virar bruscamente para atacar el costado y embestir a los
barcos enemigos. Así con un simple cojín, Atenas se convirtió en la
protagonista absoluta del siglo V a.C.
Maratón.
Hoy
en día todo el mundo sabe que correr una maratón es realizar una prueba de
atletismo que consiste en completar 42 kilómetros. Pero, ¿quién fue el primer
hombre en superar una maratón? Pues sí, fue un joven griego quien tras la
victoria de Maratón en el años 490 a.C. de los griegos sobre los persas en las
llamadas Guerras Médicas, recorrió todos esos kilómetros. El general griego
Milciades envió al joven Filípides a la ciudad de Atenas para comunicar la
victoria. El soldado corrió los 42 kilómetros que separaban la llanura de
Maratón de Atenas y al llegar, tras pronunciar la frase “Alegraos atenienses,
hemos vencido”, se derrumbó, muerto por el esfuerzo.
¿Qué pensaban
los griegos de las mujeres?
Que las mujeres
griegas no tenían apenas derechos en la antigua Grecia es un hecho más o menos
conocidos por todos. Las atenienses eran madres de ciudadanos, debían estar en
su casa, en el oikos griego, tejiendo
y controlando a los esclavos, no podían realizar ninguna actividad legal, se
casaban por deseo de su padre con el pretendiente que éste les escogiese. Pero
no contestos con no dejarles ninguna libertad, las griegas debían leer sobre
ellas cosas tan disparatadas como las que escribía el “bueno” de Semónidas allá
por el siglo VI a.C:
“La mayor
calamidad que hizo Zeus fue ésta, las mujeres. Aunque parezca servir para algo,
para el que la tiene sobre todo es un mal; pues no pasa contento un día
completo el que vive como una mujer”.
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