4. La crisis del Imperio romano.
El
sueño de Constantino.
El 28 de octubre
del año 312 el romano Constantino, que todavía no era el Grande, tuvo un sueño,
según cuenta la leyenda: vio en el cielo dos signos, una X y una P, mientras
una voz le decía “con este símbolo vencerás”. Cuando se despertó, Constantino
grabó una X y una P en sus armas y se fue tan contento a entablar la famosa
batalla del punto Milvio contra otro romano, Majencio. Y efectivamente,
Constantino ganó. Así Constantino
comenzó una inteligente labor política, siempre muy proclive al cristianismo,
que acabó por abrir un hueco al nuevo culto monoteísta y desplazar al olvido a
los hasta entonces, populares dioses paganos. Poco tiempo después, el Imperio romano ya cristiano, daba una
patada a la antigua Roma imperial.
Dos
hijos, dos Imperios.
Teodosio I el
Grande fue el último de los emperadores romanos que tuvo poder sobre todo el
Imperio, un territorio amplísimo que iba desde España hasta Asia Menor. El
bueno de Teodosio, entre otras medidas, convirtió al cristianismo por fin, en
la religión oficial del Imperio romano, condenando a desaparecer a Zeus, Hera,
Afrodita y demás dioses. Sin embargo, Teodosio es recordado por haber divido el
Imperio tras su muerte en el año 395. Tenía dos hijos Arcadio y Honorio y por
no dejar a uno sin territorio, dividió en dos aquel amplio territorio que nunca
jamás volvería juntarse. Arcadio gobernó como emperador del Imperio romano de
oriente y Honorio como emperador del Imperio romano de occidente
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