1. El nacimiento del mundo griego.
La
Máscara de Agamenón.
A finales del
siglo XX el millonario prusiano Heinrich Schliemann decidió invertir su fortuna
en su gran pasión, la arqueología, y al final, todas sus labores dieron sus
frutos cuando halló dos de los lugares más importantes para el mundo antiguo:
Troya y Micenas. Micenas era una gran fortificación militar que llegó dominar
parte del Sur de Grecia allá por el I milenio a.C. y, que tenía el privilegio
de haber sido gobernada por uno de los reyes más populares según la mitología
griega: Agamenón. Este buen monarca es uno de los protagonistas de la Iliada y de la Odisea de Homero, personaje muy activo en la famosa Guerra de
Troya. Así que cuando Schliemann descubrió en la acrópolis de Micenas una
máscara funeraria de oro, colocada encima de un cuerpo en una tumba, no dudó en
afirmar que se trataba del legendario rey de Micenas. Pero estudios posteriores
nos han permitido descubrir que el ingenuo de Schliemann se equivocaba y que,
la máscara podría datar del año 1500 a.C., casi 300 años después de la fecha en
que Agamenón reinaba en Micenas.
El
laberinto de Creta.
Otro de los
grandes aventureros del siglo XX fue el británico Sir Arthur Evans. Este
arqueólogo pretendía descubrir una civilización griega anterior a la micénica,
la civilización minoica que tenía su lugar de residencia en la isla de Creta y
que había estado gobernada por otro rey legendario de la mitología griega:
Minos. Según la leyenda, Minos era hijo de Zeus y de Europa, esposo de Pasífae
y padre de la famosa Ariadna, entre otros tropecientos hijos. La historia más
famosa de Minos es que era un rey cruel, un tirano, que había encerrado al
Minotauro, hijo de su esposa Pasífae en un desliz de la mujer con un toro,
dentro de su palacio, en un laberinto construido por Dédalo. Como el Minotauro
tenía que comer, pues el rey organizaba sacrificios en donde entregaba jóvenes
a la bestia para que se alimentase. Al final fue Teseo con la ayuda de Ariadna
y su hilo, el que puso fin a esta barbarie.
Así que, cuando
Evans desenterró entre 1900 y 1906 un palacio con forma laberíntica, no dudó en
afirmar que había encontrado el legendario Palacio del rey Minos, llamando a
esa civilización como su rey, minoica.
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