lunes, 9 de junio de 2014

EL MUNDO GRIEGO

1.     El nacimiento del mundo griego.
La Máscara de Agamenón.
A finales del siglo XX el millonario prusiano Heinrich Schliemann decidió invertir su fortuna en su gran pasión, la arqueología, y al final, todas sus labores dieron sus frutos cuando halló dos de los lugares más importantes para el mundo antiguo: Troya y Micenas. Micenas era una gran fortificación militar que llegó dominar parte del Sur de Grecia allá por el I milenio a.C. y, que tenía el privilegio de haber sido gobernada por uno de los reyes más populares según la mitología griega: Agamenón. Este buen monarca es uno de los protagonistas de la Iliada y de la Odisea de Homero, personaje muy activo en la famosa Guerra de Troya. Así que cuando Schliemann descubrió en la acrópolis de Micenas una máscara funeraria de oro, colocada encima de un cuerpo en una tumba, no dudó en afirmar que se trataba del legendario rey de Micenas. Pero estudios posteriores nos han permitido descubrir que el ingenuo de Schliemann se equivocaba y que, la máscara podría datar del año 1500 a.C., casi 300 años después de la fecha en que Agamenón reinaba en Micenas.


El laberinto de Creta.
Otro de los grandes aventureros del siglo XX fue el británico Sir Arthur Evans. Este arqueólogo pretendía descubrir una civilización griega anterior a la micénica, la civilización minoica que tenía su lugar de residencia en la isla de Creta y que había estado gobernada por otro rey legendario de la mitología griega: Minos. Según la leyenda, Minos era hijo de Zeus y de Europa, esposo de Pasífae y padre de la famosa Ariadna, entre otros tropecientos hijos. La historia más famosa de Minos es que era un rey cruel, un tirano, que había encerrado al Minotauro, hijo de su esposa Pasífae en un desliz de la mujer con un toro, dentro de su palacio, en un laberinto construido por Dédalo. Como el Minotauro tenía que comer, pues el rey organizaba sacrificios en donde entregaba jóvenes a la bestia para que se alimentase. Al final fue Teseo con la ayuda de Ariadna y su hilo, el que puso fin a esta barbarie.

Así que, cuando Evans desenterró entre 1900 y 1906 un palacio con forma laberíntica, no dudó en afirmar que había encontrado el legendario Palacio del rey Minos, llamando a esa civilización como su rey, minoica.

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