2. Los pueblos prerromanos.
Los verracos de
piedra.
Quién
haya leído el Lazarillo de Tormes,
seguro que se acuerda del momento en que el ciego le dice al joven Lázaro que
apoye su oreja sobre un toro de piedra para escuchar un ruido dentro de él,
mientras el viejo se dispone a arrearle fuerte golpe a Lázaro en la cabeza,
utilizando la piedra del animal. Estos verracos, toros de piedra, están en
Salamanca pero no son los únicos animales que construyeron los vetones, un
pueblo prerromano que habitaba en la Península Ibérica antes de la llegada de
los romanos. Otros de los animales de piedra más conocidos son los famosos
Toros de Guisando en Ávila, construidos en el siglo II a.C.
Estos
toros muestran la importancia que tenía la ganadería para estos pueblos
prerromanos, que construían animales en piedra como formas de adoración
religiosa, esperando que estos verracos sirviesen como protectores de sus
ganados.
La
guía de Estrabón.
Mucha de la
información que poseemos sobre los pueblos prerromanos, sobre todo de la
cornisa cantábrica, la debemos a escritores griegos y romanos que estudiaron
las costumbres y las formas de vida de estos pueblos, destacando nombres como
Tito Livio o Estrabón. Éste último, que escribió a finales del siglo I a.C.,
escribió una especie de “guía turística” sobre los territorios que formaban
parte del Imperio. Un libro titulado Geografía
de 17 volúmenes, de los cuales el tercero está dedicado a Iberia. Estas
fuentes nos presentan a los pueblos del Norte como guerreros y de costumbres
“poco civilizadas”. Decía Estrabón en su libro III, que estos pueblos no bebían
más que agua, dormían en el suelo, llevaban los cabellos largos a modo
femenino, comían macho cabrío y en lugar de aceite usaban manteca. Sin embargo,
su punto de visto no era nada objetivo, ya que la intención de estos autores
era justificar la conquista romana del territorio, exaltando la bondad de Roma
frente a los bárbaros pueblos de prerromanos.
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